En un comunicado emitido tras el ultimátum del presidente Donald Trump, Hamas anunció que aceptaba liberar todos los rehenes israelíes, vivos y fallecidos, “de acuerdo con la fórmula de intercambio contenida en la propuesta del presidente Trump”, siempre que se cumplan las “condiciones de campo” para el intercambio. Sin embargo, el grupo introdujo matices importantes: aunque se muestra dispuesto a ceder el control de la Franja de Gaza a un órgano palestino independiente, condiciona su apoyo al plan de paz a negociaciones sobre otros aspectos no resueltos.
Hamas, esto es, no acepta de forma incondicional todos los puntos del plan americano. En particular, su comunicado no menciona su desarme ni que esté dispuesta a renunciar completamente al papel en el gobierno de Gaza, dos exigencias centrales que Israel y EE. UU. han planteado repetidamente.
¿Qué partes acepta Hamas y cuáles rechaza?
El comunicado de Hamas recalca su voluntad de entregar la administración de Gaza a “un cuerpo palestino de tecnócratas independientes”, respaldado por consenso nacional y apoyo árabe e islámico. Pero no cede frente a la exigencia del desarme obligatorio ni otorga un papel pasivo en el futuro político del enclave.
Asimismo, Hamas insiste en que los aspectos relativos al futuro de Gaza y los derechos de los palestinos “aún están siendo discutidos dentro del marco nacional” del que Hamas formará parte.
El contexto del ultimátum de Trump
Horas antes, el presidente Trump había dado a Hamas un plazo hasta el domingo por la tarde para aceptar el plan de paz o enfrentarse a consecuencias severas: “all hell … will break out”. El plan que presentó incluye un alto al fuego inmediato, la liberación integral de los rehenes dentro de 72 horas si se aceptan los términos, la retirada gradual de las fuerzas israelíes y el establecimiento de un gobierno de transición en Gaza.
Israel, por su parte, ha respaldado públicamente la propuesta estadounidense. Pero el primer ministro Benjamin Netanyahu condiciona su apoyo a que Hamas cumpla obligaciones difíciles, como la renuncia a un Estado palestino.
Riesgos y desafíos en un acuerdo frágil
Aunque Hamas manifieste intención de liberar rehenes, las condiciones “sobre el terreno” podrían entorpecer el proceso. Si no se aseguran las garantías logísticas, de seguridad y reciprocidad, el intercambio podría fracasar.
Además, la tensión política será enorme: Israel exigirá que la liberación de rehenes vaya acompañada de medidas contundentes contra Hamas, incluida su desarticulación militar. Hamas, en cambio, insiste en que su rol no puede ser totalmente descartado sin pactos más amplios con actores palestinos.
La ventana es pequeña: el plan de paz estadounidense plantea plazos muy ajustados (72 horas para rehenes, retirada militar escalonada). En ese contexto, cualquier brecha en la interpretación o ejecución podría reabrir hostilidades.
Significado simbólico y político
Este anuncio de Hamas supone un giro importante en la retórica del conflicto: mostrar voluntad de cooperación en un acuerdo mediado por EE. UU. podría facilitar presiones diplomáticas sobre Israel.
Pero al mismo tiempo, el grupo mantiene posiciones firmes en aspectos no resueltos. Eso transforma el momento en un cruce de señales políticas: ¿es un pacto de facto o una maniobra negociadora?
Si Hamas cumple con la liberación de los rehenes, podría desbloquear etapas del plan de paz. Si no, el ultimátum de Trump podría pasar de advertencia a acción militar. En medio queda Gaza, azotada por la guerra y con una población en crisis humanitaria, que espera que estos movimientos no sean solo discursos.