El exvicepresidente de Estados Unidos y uno de los hombres más poderosos de la política republicana del último medio siglo, Dick Cheney, ha muerto a los 84 años, según ha confirmado su familia. Cheney fue jefe de gabinete de la Casa Blanca, congresista, secretario de Defensa y vicepresidente durante los mandatos de George W. Bush, dejando una huella imborrable en la historia contemporánea de Estados Unidos.
De carácter reservado pero de gran influencia, Cheney será recordado por su papel determinante en la respuesta de Washington a los atentados del 11 de septiembre de 2001, así como por su defensa de la invasión de Irak, una decisión que marcó profundamente la política internacional del siglo XXI.
De asesor de Nixon a figura clave en cinco presidencias republicanas
Hijo político de la era Nixon, Cheney construyó una carrera ascendente dentro del Partido Republicano. Fue asesor en la Casa Blanca bajo Richard Nixon, el jefe de gabinete más joven en la historia durante la presidencia de Gerald Ford, congresista con Ronald Reagan, secretario de Defensa con George H. W. Bush y, finalmente, vicepresidente de Estados Unidos bajo George W. Bush.
Aunque abandonó Yale sin graduarse y evitó el servicio militar en Vietnam, Cheney se convirtió en un gigante de la política estadounidense gracias a su experiencia y sus alianzas dentro del partido.
Su influencia se disparó en el año 2000, cuando George W. Bush lo eligió como compañero de fórmula en su carrera hacia la Casa Blanca. Para entonces, Cheney había sobrevivido a tres ataques cardíacos y dirigía la empresa Halliburton, un gigante del sector energético y militar.
Durante sus años en el poder, se le describió como “uno de los vicepresidentes más poderosos de la historia”, capaz de influir directamente en las decisiones estratégicas del joven presidente Bush.
“Teníamos la obligación de hacer todo lo necesario para defender América”
El 11 de septiembre de 2001, mientras Bush era trasladado a un lugar seguro, Cheney tomó el mando en Washington, coordinando la respuesta inmediata a los ataques. Su experiencia y su cercanía con el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, le permitieron asumir un papel central en la formulación de la política antiterrorista estadounidense.
En sus memorias, Cheney escribió que la administración Bush “tenía la obligación de hacer todo lo necesario para defender América”. Esa visión marcó el inicio de la “guerra contra el terrorismo”, con operaciones militares en Afganistán e Irak, y una política exterior caracterizada por la intervención directa.
De la Guerra del Golfo a la invasión de Irak
Como secretario de Defensa de George H. W. Bush, Cheney había dirigido con éxito la Primera Guerra del Golfo (1990-1991), una campaña rápida para expulsar a Saddam Hussein de Kuwait. Sin embargo, una década más tarde, ya como vicepresidente, su papel en la invasión de Irak en 2003 marcaría su legado para siempre.
La administración Bush-Cheney justificó la guerra alegando que Saddam Hussein estaba vinculado con Al Qaeda y poseía armas de destrucción masiva. Pero cuando las tropas estadounidenses y sus aliados invadieron Irak en marzo de 2003, no se hallaron pruebas que sustentaran esas acusaciones. Con el tiempo, ambas afirmaciones resultaron falsas.
Los costos humanos fueron devastadores. Según los datos oficiales, 4.431 militares estadounidenses murieron en Irak y casi 32.000 resultaron heridos. En Afganistán, las cifras alcanzaron 2.352 muertos y más de 20.000 heridos.
El Watson Institute de la Universidad de Brown calculó que desde 2001 “al menos 800.000 personas han muerto por la violencia directa de la guerra en Irak, Afganistán, Siria, Yemen y Pakistán”.
Controversias y legado: del “Darth Vader” de Washington al biopic Vice
El mandato de Cheney también estuvo marcado por las acusaciones de violaciones a los derechos humanos, en especial por el trato a los prisioneros capturados por Estados Unidos durante la guerra contra el terrorismo.
El exvicepresidente defendió públicamente el uso de tortura contra los detenidos tras el 11-S, asegurando que era una herramienta necesaria para proteger al país. Esta postura le convirtió en una de las figuras más controvertidas de la política estadounidense moderna.
En 2018, con motivo del estreno de Vice, la película biográfica en la que Christian Bale interpretó al político, su biógrafo Jake Bernstein declaró a The Guardian: “Ha habido cierta rehabilitación con George W. Bush. En comparación con Donald Trump, todos empiezan a parecer mejores. Pero a Dick Cheney le gustaba que todos lo llamaran Darth Vader. No creo que hiciera ningún esfuerzo por suavizar su imagen.”







