El calendario escolar oficial de Castilla-La Mancha para el curso 2025/2026 ha introducido una novedad significativa: las expresiones “Navidad” y “Semana Santa” han sido suprimidas por decisión del Gobierno regional encabezado por Emiliano García-Page. En su lugar, se utilizan los términos “Descanso primer trimestre” y “Descanso segundo trimestre”, según consta en la Orden del 4 de junio, publicada en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha (DOCLM) el 11 de junio.
Aunque las fechas coinciden con los periodos tradicionalmente vinculados a esas festividades (del 22 de diciembre de 2025 al 7 de enero de 2026 para Navidad, y del 30 de marzo al 6 de abril de 2026 para Semana Santa), en ningún punto del documento se hace mención a las denominaciones tradicionales.
Incoherencias en la estructura lectiva
Más allá de la eliminación de las referencias religiosas, el nuevo calendario presenta desajustes cronológicos que afectan a la coherencia académica. El llamado “Descanso primer trimestre”, que en realidad tiene lugar entre el cuarto y quinto mes lectivo, correspondería, en términos estrictos, al segundo trimestre del curso.

Del mismo modo, el periodo de descanso vinculado tradicionalmente a Semana Santa, ahora denominado “Descanso segundo trimestre”, se sitúa entre el séptimo y octavo mes del año escolar, lo que lo haría parte del tercer trimestre.
Esta incongruencia en la nomenclatura ha sido objeto de críticas por parte de diversos sectores, que señalan que la nueva terminología no solo evita las alusiones religiosas, sino que introduce confusión en la organización del curso escolar.
Sin explicaciones oficiales ni críticas políticas
Hasta el momento, Emiliano García-Page no ha realizado declaraciones públicas que expliquen o justifiquen esta modificación específica en el calendario escolar. Tampoco los partidos de oposición PP o Vox han hecho comentarios directos criticando la eliminación de los términos “Navidad” y “Semana Santa”.
Sí se han expresado algunos sindicatos de enseñanza, aunque no en relación con la terminología utilizada, sino por la distribución desigual de los días lectivos: 73 en el primer trimestre frente a 55 y 50 en los dos siguientes. Desde la Consejería de Educación, Amador Pastor, responsable del área, aseguró que el calendario se ajusta a unas fechas “normalizadas” y que los centros cuentan con autonomía suficiente para organizar sus evaluaciones y esfuerzos lectivos. Sin embargo, ninguna de estas críticas institucionales o sindicales ha puesto el foco en el aspecto simbólico o cultural de la supresión de los nombres religiosos.
El debate cultural y simbólico detrás del cambio
La sustitución de “Navidad” y “Semana Santa” por términos neutros como “descanso” no ha pasado desapercibida en una comunidad autónoma con fuertes raíces católicas. La decisión resulta aún más llamativa si se considera que García-Page se ha definido en diversas ocasiones como católico practicante.
Para algunos sectores, esta modificación representa un paso hacia la neutralidad institucional en una sociedad diversa; para otros, implica una pérdida de identidad cultural y religiosa que afecta a tradiciones muy arraigadas en el imaginario colectivo.
El debate no es menor: afecta no solo a cuestiones semánticas, sino a la forma en que las instituciones reflejan o excluyen elementos culturales presentes en la vida cotidiana. En este caso, eliminar toda mención a festividades religiosas en un documento oficial como el calendario escolar plantea interrogantes sobre la laicidad del sistema educativo y la relación entre cultura, religión y administración pública.
La decisión adoptada por la Junta de Castilla-La Mancha puede no ser un hecho aislado. A medida que avanza el debate sobre la laicidad en las instituciones públicas, otras comunidades autónomas podrían seguir caminos similares, renombrando sus calendarios escolares con términos neutros para evitar referencias religiosas.










