Una asistenta social dio el aviso tras ser expulsada de un piso en Siesta por un hombre de avanzada edad que afirmó que iba a suicidarse. Cuando acudió la primera patrulla, el hombre abrió apuntando con un revólver y advirtió que dispararía a quien intentara impedírselo. La puerta se cerró y se activó el dispositivo. Lo que siguió fue una tensa negociación que se destrabó gracias a una llamada telefónica.
La barrera idiomática y la llegada del negociador
El hombre era portugués y no hablaba español, lo que dificultó los primeros contactos. Se manejó que arrastraba secuelas de guerra compatibles con estrés postraumático. Hasta el edificio se desplazó un negociador de la Guardia Civil desde Palma, que intentó el contacto por teléfono y desde el exterior, sin respuesta al comienzo.
La llamada de la nieta y el diálogo
Los agentes localizaron a la nieta, que se encontraba en Portugal. Ella le explicó que un negociador de la Guardia Civil había acudido para ayudarle. Tras varias insistencias, el hombre aceptó hablar a través de la puerta con el negociador y el intercambio se mantuvo con mensajes simples y pausados.
La salida y el traslado
Finalmente, el hombre abrió mostrando las manos y fue reducido sin uso de la fuerza. Posteriormente, se comprobó que el revólver era de fogueo. Tras la valoración médica, fue trasladado al Hospital. Servicios sociales solicitaron residencia y tratamiento psiquiátrico. Según su entorno, se desplazaba en silla de ruedas por problemas de cadera y su esposa permanecía hospitalizada.
Un caso de soledad
Tal como contaron familiares a La Voz de Ibiza, el hombre atravesaba una situación de soledad desde que su esposa permanecía hospitalizada y él se movía en silla de ruedas por problemas de cadera. En los días previos, según el entorno, se había mostrado desbordado y con dificultades para valerse por sí mismo, un contexto que explicaba el deterioro anímico y el gesto extremo de amenazar con quitarse la vida.
Fuentes consultadas insistieron en que el caso volvió a poner el foco en la necesidad de pedir ayuda a tiempo y de activar recursos sociosanitarios cuando aparecen señales de aislamiento o decaimiento en personas mayores. Tras la intervención, se abrió la vía asistencial con derivación a residencia y tratamiento psiquiátrico, pasos que buscaban sostener el acompañamiento y evitar recaídas.