Aunque intuyo que no le debe de gustar que le definan como pionero del lujo en Ibiza porque es un tipo que huye de los focos y de los “shows”, no cabe duda de que así hay que definir a Alvar Lipszyc (Bruselas, 1949).
En realidad, el pionero del lujo de Ibiza fue su padre, Daniel Lipszyc, cuando construyó contra toda la lógica del mercado, “un error estratégico” dice su hijo, en tierra de nadie el Hotel Hacienda Na Xamena, uno de los primeros hoteles cuatro estrellas de la isla en aquel entonces, cuando crecían como champiñones los hoteles vacacionales de playa financiados por los ávidos tour operadores. Y durante 20 años, fue el único hotel cinco estrellas de Ibiza.
Un hotel de 77 habitaciones, “ni grande ni pequeño”, en lo alto de una loma de Es Amunts de Sant Joan, cuando no se habían inventado ni los hoteles rurales ni los hoteles boutique ni el turismo experiencial, ni nada de lo que hoy damos por supuesto.
Arquitecto, hijo de arquitecto, aprendió a diferenciar entre lo bello y lo feo viendo revistas de arquitectura sentado sobre el regazo de su padre antes que a escribir, Alvar Lipszyc es una persona que desborda pasión, energía y vitalidad por los cuatro costados. No se considera un genio, aunque es un tipo genial y auténtico.
La conversación es un viaje a la Ibiza del pasado cuando rememora sus veranos en el huerto con los niños de los payeses vecinos de la casa que construyó su padre en Santa Eulària y al futuro que, según él, pasa sí o sí por el “turismo positivo” que anhela con vehemencia.
Además de diseñar hoteles para fondos de inversión en numerosos lugares del mundo y de ser hotelero casi por obligación, también diseña y fabrica muebles, bañeras, minipiscinas, etc., recupera una finca tradicional con molinos de trigo mecánicos y lo que se proponga. Tesón, creatividad e intuición no le falta. “Los belgas somos listos por obligación de supervivencia. Somos un país pequeño que no tiene nada, medio latinos y medio germanos, una buena mezcla”.
Heredó de su padre Hacienda Na Xamena y lo convirtió en el primer hotel cinco estrellas de Ibiza y luego en el segundo Relais & Châteaux de España.
“Nosotros nos esforzamos mucho por entender a nuestro cliente, tenemos 25 programas informáticos conectados y lo sabemos todo de él, lo que nos permite sorprenderlo más año tras año”.
“Aprovechamos la crítica del cliente para transformarla en calidad, un cliente contento es tu mejor comercial”, añade.
“El servicio positivo, el gran golpe del año”
“Buscamos respirar el cliente”. Tanto que “debemos darle lo que no nos ha pedido. Tenemos tantos repetidores porque saben que vamos a darles todo lo que necesitan y un poco más. Estamos muy orgullosos, confían en nosotros y en nuestro servicio positivo. Este ha sido nuestro gran golpe del año”.
Este “servicio positivo” es una de las múltiples patas del “turismo positivo”, el concepto al que ha convocado a las 140 personas que forman la plantilla, una parte esencial del engranaje de Hacienda Na Xamena.
“Tú recibes si das. Antes trabajaban seis días, ahora cinco. Les doy un poco de vacaciones en agosto. Les doy un alojamiento con todas las comodidades. Cada vez quieren más dinero y más cosas. Yo digo sí, sí y sí… pero después le dan todo a nuestros huéspedes”.
Otro de los elementos del turismo del futuro es el viaje al pasado que ha incorporado a su propuesta de valor y del que está más orgulloso y feliz que un niño con zapatos nuevos.
Una quincena de trabajadores voluntarios, cocineros, camareros, marketinianos, se turnan para ser los maestros de ceremonias de un viaje a la Ibiza que conoció Lipszyc cuando llegó a Ibiza con cinco años, en 1954.
Tras un paseo por la montaña a pie de algo menos de una hora, acceden a una finca payesa con un huerto orgánico en el que recolectan hierbas, verduras y frutas. Hay un molino de trigo de 300 años recuperado, una almazara… “El contacto con la naturaleza mejora las relaciones humanas”.
Este atípico hotelero se cuela en las expediciones como si fuera un cliente más. “Observo sus reacciones y sus peticiones. Este es el método”.
De momento, organizan expediciones dos veces por semana. “No puedes ir en coche, debes hacer esfuerzo. Les decimos que respiren y así pueden apreciar cosas a las que nunca antes les habían prestado atención”.
Admite que puede sonar “pretencioso”, pero tiene claro que “la evolución turística va a ir a productos como el nuestro y al turismo positivo”.
–Defina turismo positivo.
–Un turismo en armonía, en equilibrio. Un turista feliz conviviendo con los ibicencos, viviendo experiencias únicas, por ejemplo con estas vistas, las rocas, el sol que se pone, los pajaritos volando, tranquilidad, paz… éxtasis. La convivencia con la naturaleza. Hacer algo distinto, con personalidad, ofrecer más que vacaciones para descansar.
–¿Qué es el lujo?
–El lujo es lo que quieres y no tienes. Pasó en la pandemia. Era un lujo estar con amigos, con la familia, en la naturaleza, cosas a las que no le habíamos dado importancia hasta entonces.
–¿Cómo se imagina el turismo del futuro?
–El turismo del futuro es gente que sabe convivir con el lugar y que lo entiende.
Ibiza: “Es un sitio con suerte”
Para Lipszyc es básico el “equilibrio”. “Ibiza es un paraíso con suerte, con éxito y mucho potencial escondido”.
“Lo peor que nos puede pasar es la masificación”. “El hombre no para hasta que se quema y cuando se quema, cambia. Nosotros tenemos la obligación de rendir homenaje a la belleza de Ibiza, que es uno de los tres o cuatro sitios más bonitos del mundo, un sitio increíble”.
Para ello, no entiende que se obligue a mantener la estructura de los hoteles que son sometidos a reformas integrales. “Deberían transformar dos habitaciones en una, adaptadas a los nuevos tiempos, a una escala más humana, más ecologista, con menos impacto”.
El hotel: un sueño de arquitecto
Un turismo positivo no se entiende sin el hotel y su entorno. Y la familia Lipszyc juega con ventaja, aunque tiene claro que “en Ibiza hay muchas historias que contar en todos lados”.
Una “locura” el “hotel de arquitecto” que su padre levantó en el peor lugar del mundo, en lo alto de una perdida colina de Es Amunts de Sant Joan a la que no se podía acceder por carretera porque no la había y adonde llegaba la familia empujando el dos caballos porque el vehículo no tenía suficiente potencia para superar la pendiente.
Materiales transportados a lomos de mulos, “demasiado pequeño o demasiado grande”, “demasiado lujoso para la época”, “en el fin del mundo”, “lejos de la playa”, “un producto fuera de mercado”, en definitiva “no es un hotel, es un sueño de arquitecto, completamente ilógico”, “nada práctico”, “un rompecabezas de gestión, “un hotel costoso que ningún project manager habría diseñado”. “Un error estratégico de inversión”. También es un arte llegar a los mercados en el momento justo. Y Hacienda Na Xamena llegó demasiado pronto.
La consecuencia fue 20 años de desastrosos resultados económicos. Y no solo de pan vive el hombre.
Convertido en una bendita realidad, “fantástico a nivel de arquitectura” y de propuesta de valor. “Construyó todas las habitaciones abajo y los servicios arriba. ¿Por qué? Porque el sonido sube y así se garantiza que todos los clientes disfruten del silencio un 15 de agosto en Ibiza, en una habitación con vistas a maravillosos atardeceres”.
Al asumir la gestión del hotel, Alvar Lipszyc redobló su apuesta a doble o nada. No me va bien con el lujo de cuatro estrellas. Pues lujo de cinco estrellas.
Y gracias a “mucho trabajo de mi mujer y mío” la fórmula empezó a dar sus frutos. Y sigue dándolos. “La temporada ha sido fantástica. Hemos tenido algunos huecos en temporada alta porque hay un exceso de oferta de cinco estrellas en Ibiza y una guerra de precios”.
–¿Ha hecho ofertas?
–No. Yo no puedo jugar con los precios. Tenemos muchos clientes repetidores y si bajo precios, pierdo al cliente para toda la vida. Por principios valoramos nuestro producto y cobramos lo que vale, así que prefiero tener menos ocupación para proteger nuestros precios. Hemos tenido más clientes que han gastado un poco menos. Pero hemos subido mucho la calidad del hotel, la imagen y su personalidad.
–¿Hay un exceso de oferta de cinco estrellas en Ibiza?
–Hemos pasado de un único hotel de cinco estrellas en 20 años a 25 hoteles y el mercado está saturado. Cada vez que abre uno nuevo, hay ruido en el mercado y daña un poco. Los clientes quieren conocerlo, pero luego vuelven y encuentran un hotel mejor. Una propiedad de 100 hectáreas, paz y tranquilidad, lejos de la marcha, lo que es una desventaja que reconvertimos en ventaja con una actividad complementaria inteligente. Nosotros respetamos la escala humana, huimos de la masificación, siempre hay tumbonas disponibles y nunca más de 20 personas juntas porque jugamos con los espacios.
–Defina su cliente tipo.
–Una media de edad de 34 años que paga una media de 850 euros por noche. Viene dos o tres días para darse un capricho y a vivir una experiencia excepcional. Profesionales, empresarios, gente que teletrabaja, que viaja varias veces al año. Muy curioso, muy informado, conoce todo y quiere vivirlo todo. Quiere la fiesta más fantástica, la paz más fantástica, el mejor masaje, la playa más bella. Tenemos clientes que pasan unos días en otros hoteles y luego vienen a pasar algunos días aquí. Repetidores que vienen tres o cuatro veces durante la temporada. Estamos orgullosos de tener tantos repetidores.
–¿Ha tenido ofertas interesándose por el hotel?
–Todos los meses, desde hace 20 años.
–¿Y ha estado tentado alguna vez?
—Ninguna. Es una historia de mi familia y que yo he continuado con mi mujer. Hemos hecho mucho esfuerzo y lo he transmitido a mis hijos y ellos a los suyos. Esto nos permitirá hacer inversión a largo plazo.
Vital
–Me ha dicho que está al final de su vida varias veces durante la entrevista y en cambio vive en el mañana. Yo no lo veo al final de la vida.
–Tengo 20 años en mi cabeza porque soy creativo.
–¿Piensa en la muerte?
–No.
–¿Y en jubilarse?
–No. Nunca me retiraré. Como mi padre que trabajó hasta los 92 años y murió en su mesa de arquitectura.
–¿Trabaja todos los días?
–Sí. Sábados y domingos.