FRAUDE CON ACEITE FALSO

Así hablaba el ‘rey del aceite ecológico’: de vender en mercadillos hippies de Ibiza a ser condenado por fraude

Pedro Gallego, fundador de Oro Oleum y Oli d’Or, relató en una entrevista su trayectoria desde Jaén hasta las islas, su modelo de negocio y la expansión de sus marcas. Hoy, ha sido condenado por comercializar aceite adulterado como virgen extra con denominación de origen balear

Yo vengo del mundo del olivo, aceitunero toda mi vida en los campos de Baeza”. Así comenzaba Pedro Gallego su intervención en Canal 4 Fibwi Diario, donde fue entrevistado como propietario de Oro Oleum, una marca que presentaba como ejemplo de emprendimiento local y sostenibilidad.

Durante aquella conversación, grabada años antes de su condena, Gallego relataba cómo había llegado a Mallorca tras la crisis de 2008. “Arrendé fincas abandonadas de olivos en la isla”, contaba, y añadía: “Empecé vendiendo mi aceite en los mercadillos hippies de Ibiza, el primero fue el de Sant Joan”.

Ese mismo empresario ha sido condenado junto a su familia por vender aceite refinado, de girasol o no apto para el consumo con etiquetas que lo identificaban como virgen extra, ecológico o con denominación de origen ‘Oli de Mallorca’. Lo que fue un discurso de esfuerzo y crecimiento comercial, hoy forma parte de un caso judicial.

En Ibiza

Según explicaba en la entrevista, su presencia en Ibiza se consolidó rápidamente. “Hoy en día tenemos cinco mercados fijos en Ibiza, Las Dalias entre ellos”, afirmaba. Incluso desarrolló un producto específico para ese espacio: “Tenemos un personalizado de aceite para Las Dalias”. La estrategia, contaba, pasaba por adaptar la imagen del producto al perfil del cliente y al entorno: mercados con fuerte carga turística, asociados a la artesanía y el consumo alternativo, donde la estética ecológica de sus botellas encontraba una buena acogida.

En la entrevista, Gallego explicaba su método de trabajo con detalle. “Trabajaba lunes, martes y miércoles en Mallorca. El jueves embarcaba y me iba a Ibiza», relataba.

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Decía haber comenzado solo: “Sin maquinaria, sin recursos económicos”, insistía, “trabajaba 20 ó 21 horas al día”. Según contaba, Oro Oleum nació sin financiación externa y se sostuvo gracias a su esfuerzo personal.

El gran valor de la marca es que está hecha solo con trabajo”, afirmaba. “Hasta que llegó mi familia, me encargaba de todo. Ahora mi mujer lleva cada vez más peso en la gestión, y mi hijo también colabora”.

“Tengo 20.000 olivos en Mallorca y 1.800 en Ibiza”

Gallego explicaba con precisión su estructura agrícola. “Soy responsable de 20.000 olivos en Mallorca y 1.800 en Ibiza”, decía. Enumeraba fincas en Sineu, Petra, Santa Eugènia, Sant Mateu o Sant Joan, y explicaba que muchas eran de regadío, lo que ayudaba a estabilizar la producción.

También se detenía en los márgenes: En Jaén, por 100 kilos de aceituna, obtengo 36 litros de aceite. En Mallorca, lo máximo que he conseguido es un 18,5”.

“Tenemos un cliente que valora la calidad y viene a gastar”

Gallego vinculaba el éxito de su producto al tipo de consumidor: Aquí tenemos algo muy bueno, que es el aeropuerto. Tenemos un cliente que viene a disfrutar de la isla y a gastar. Valora el buen producto, valora la calidad”.

La marca Oro Oleum, explicaba, estaba dirigida a ese público. “Tenemos una gama ecológica, en cristal y lata, y otra de virgen extra en plástico reciclado”. También mostró botellas con el escudo del RCD Mallorca, parte de una edición personalizada para el club.

“Sacamos Oli d’Or durante la pandemia”

Durante el confinamiento, decía haber lanzado una segunda marca, Oli d’Or, con otro enfoque. “El cliente habitual no estaba. Tenía que vaciar la bodega, mantener a mis hijos y sostener la empresa. Así que lanzamos Oli d’Or, más accesible, para supermercados de barrio y fruterías”.

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Explicó que apostó por el consumo local y la distribución directa: Nos mantuvo el servicio a domicilio gratuito. Exportamos también a Alemania, Suiza, Francia… y estamos negociando cruzar el charco”.

Personalización y expansión comercial

Según contaba Gallego, una de las líneas de negocio más activas era la personalización. “Diseñamos aceites para restaurantes, hoteles, empresas. Hemos hecho para Bermutería La Rosa, para pintores, carpinterías…”, explicaba. “Tienen un aceite de calidad con su logo, en su mesa”.

También dijo estar presente en más de 500 puntos de venta entre Mallorca e Ibiza, con capacidad para diseñar y producir en tiempo récord.

“Mi mujer se encarga de casi todo ahora”

En el tramo final de la entrevista, Pedro Gallego hablaba del peso creciente de su entorno cercano en la empresa. “Mi mujer se encarga de casi todo ahora”, decía, en referencia a la gestión diaria de Oro Oleum. También mencionaba la implicación de su hijo mayor, “mecánico de motos de competición, que colabora cuando no tiene carreras con su equipo”.

Lo que entonces se presentaba como un proyecto familiar consolidado, hoy está en el centro de una sentencia judicial. Gallego, su mujer, su hijo y un colaborador han sido condenados por comercializar durante años aceite de baja calidad bajo etiquetas falsas de producto balear, ecológico y virgen extra.

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