El fenómeno migratorio ha transformado drásticamente la realidad de Ibiza, donde el volumen de trabajo asociado a la llegada de personas migrantes se ha multiplicado por 1.000% en los últimos años. Esta cifra alarmante fue revelada durante el décimo Encuentro de Agentes Sociales, organizado por Cáritas Diocesana, un foro titulado este año “Barcas de migrantes: un viaje al paraíso”.
La Policía Nacional de Ibiza ha alertado de la falta de personal, manteniendo los mismos veinte agentes de extranjería que hace tres años, a pesar del crecimiento exponencial de las llegadas.
El aumento exponencial de menas
El sistema de protección de la isla ha sido obligado a reforzar su red de atención ante el crecimiento «exponencial» de menores migrantes no acompañados (MENA). Las responsables del Centro de Menores del Consell de Ibiza detallaron que la carga de trabajo se ha multiplicado, pasando de atender unos pocos casos al año a una gestión constante.
Actualmente, alrededor de 100 menores están tutelados por la administración en Ibiza. De este total, 74 son de origen argelino, aunque también se gestionan casos de jóvenes procedentes de Malí y Somalia. La administración gestiona directamente 60 casos, mientras que empresas privadas se encargan del resto.
La infraestructura de acogida incluye el centro Pare Morey, ubicado en sa Coma, además de cuatro espacios de acogida específicos gestionados mediante contratos públicos con entidades.
Llegadas en condiciones «muy delicadas»
Los profesionales del Consell señalaron que las llegadas suelen producirse en condiciones de salud «muy delicadas», lo que exige respuestas inmediatas. La dirección del centro de menores confirmó que el 100% de los menores llegan a las islas en embarcaciones. Se ha observado que, debido al aumento de personas que arriesgan sus vidas en el mar, se viaja sin tanto cuidado por las condiciones climatológicas.
Un testimonio recogido durante el encuentro fue el de Bakari, un joven de 17 años originario de Malí: «El segundo día ya nos quedamos sin gasolina. Esperamos a morir«.
El procedimiento crucial de determinación de edad
Uno de los procesos más sensibles es la determinación de la edad, ya que muchos llegan indocumentados. En estos casos, la Fiscalía ordena pruebas médicas que, aunque pensadas para casos forenses, permiten estimar si la persona es mayor de edad o no.
Pepi Soria, jefa de Sección de Menores, destacó que la colaboración entre administraciones en Ibiza es «fluida y efectiva», un nivel de coordinación que, según indicó, no se da en otras comunidades autónomas. Esta eficiencia permite que el trámite de determinación de edad se resuelva con rapidez, no tardando más de una semana. En otras comunidades, los menores pueden pasar meses esperando.
Raquel Ríos, educadora del servicio, enfatizó que, si se determina que la persona es menor, «aunque tenga barba, para nosotros lo es, y debe recibir la protección correspondiente». Los recién llegados son acogidos temporalmente y, si la Fiscalía confirma su minoría, se integran en el sistema de protección con plenos derechos y garantías. El acompañamiento que ofrece el servicio es integral y continuo.
El choque de expectativas y la barrera idiomática
Los menores llegan con la «ilusión de una vida mejor», pero sus expectativas «chocan con la realidad». Según la dirección del centro, esta falsa expectativa es creada principalmente a través de las redes sociales, que muestran una imagen «irreal de Europa». En internet, ven una vida cómoda y llena de oportunidades, pero se oculta que muchos terminan durmiendo en la calle o enfrentándose a procesos burocráticos «muy largos» para conseguir un permiso de trabajo.
Otro desafío central es la barrera idiomática y la falta de inmersión cultural. Raquel Ríos lamentó que, al haber ahora más de sesenta menores conviviendo, «muchos hablan sólo en árabe entre ellos y apenas practican el idioma». Aunque asisten al CEPA dos días a la semana, les resulta difícil avanzar en el aprendizaje del español si no salen de su entorno.
Además, la Ley de Protección del Menor y el protocolo MENA establecen que deben permanecer en el territorio donde fueron tutelados. Muchos jóvenes solicitan ser trasladados a grandes ciudades como Barcelona o Madrid, sin saber que la normativa lo impide. Este rigor normativo ha provocado «casos de hermanos separados porque uno fue considerado mayor de edad y otro menor».
La integración burocrática
Las profesionales observaron que los menores «vienen sabiendo muy bien sus derechos, pero no tanto sus obligaciones». Les resulta difícil entender que el derecho a tener papeles conlleva responsabilidades, como ir al instituto o seguir normas de convivencia. Las responsables resumieron este principio diciendo que «La hospitalidad debe ser de ida y vuelta. No se puede morder la mano que te da de comer«.
El camino hacia la integración es largo y burocrático: se tramita primero el NIE, luego el empadronamiento y, finalmente, la escolarización. Si dejan de asistir al instituto, se advierte que esto acarrea consecuencias.
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En cuanto a la documentación, los menores argelinos suelen llegar documentados, lo que facilita el proceso. Sin embargo, la documentación es más difícil para los jóvenes subsaharianos, ya que «algunos consulados ponen muchas trabas y las relaciones diplomáticas con algunos países están interrumpidas desde hace tiempo».
A pesar de las dificultades, los profesionales destacaron el éxito del servicio de interpretación Dualia, que permite la comunicación efectiva en el idioma de los menores. Pepi Soria reconoció que son pocos los que piden volver a su país de origen.
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