En el corazón de Ibiza, donde el paisaje de almendros y pinos se funde con la brisa del Mediterráneo, se alza Can Lluc, un hotel rural que ha sabido convertir la hospitalidad en una experiencia sensorial. Su fundador, Lucas Prats, acaba de enterarse que Can Lluc ha ganado el Premio Mencey Futurista de Honor 2025 al establecimiento turístico independiente más distinguido de España. Un reconocimiento que Prats ni siquiera imaginaba.
“Ha sido una sorpresa muy agradable. No lo teníamos en las previsiones”, admite a La Voz de Ibiza Prats, quien aún recuerda cómo todo comenzó a fines de los 70, cuando heredó de su abuelo una casa en estado de deterioro y abandono. Él decidió darle nueva vida a aquella propiedad familiar cuyos muros parecían vencidos por el tiempo. “Barajamos la opción de convertirla en un hotel de turismo rural y decidimos apostar por la excelencia”, cuenta sobre el paradigma que abrazó desde el principio.
El premio será entregado en el XII Foro Nacional para Empresarios y profesionales del Turismo en España, Futurismo 2025, que se realizará en Tenerife el 24 y 25 de abril. Luego de que un jurado eligiera a los nominados de cada categoría, el público votaba al ganador. Can Lluc Hotel Rural obtuvo el 37,06% de los votos en su categoría, en la cual también habían sido nominados Royal River Luxury Hotel (Tenerife), Castilla Termal Monasterio de Valbuena (Castilla y León) y Hotel Lobby Rooms & Suites (Sevilla).

Una nueva visión del lujo
Desde sus inicios, Can Lluc rompió con la idea tradicional de exclusividad. “Muchas veces definir el lujo no es fácil. Pareciera una palabra maldecida, mal vista. Pero lo que la gente a fin de cuentas busca son experiencias más sencillas, espacios abiertos, cercanía”, explica su fundador.
Lejos de los hoteles masivos y del bullicio de la costa, Can Lluc ofrece 25 habitaciones dispersas en una finca de 10 hectáreas, donde la privacidad y la serenidad se convierten en un lujo intangible. “Tenemos un tamaño pequeño, pero una extensión enorme, lo que nos permite ofrecer una tranquilidad y un contacto con la naturaleza que no encuentras en cualquier sitio”, afirma.
Lo que comenzó como un desafío personal se convirtió en una propuesta pionera en la isla. “Cuando abrimos, en Ibiza apenas había hoteles rurales con nivel. Teníamos el código de licencia número 9. Hoy tenemos el 49 y hay más de 800 plazas. La competencia es feroz”, recuerda.

El alma de Can Lluc: las emociones
El secreto del éxito de Can Lluc no está solo en su entorno privilegiado ni en su diseño cuidado hasta el mínimo detalle. “Somos vendedores de felicidad. Hemos de detectar lo que a cada quien ilusiona. Vendemos emociones, sensaciones”, dice Prats. Y lo cierto es que muchos de sus huéspedes lo confirman: cada año regresan, piden la misma habitación, se abrazan con el equipo como si volvieran a casa.
El modelo de negocio no se basa en la ostentación, sino en el arte de la hospitalidad. Desde su reapertura en 2003, tras cuatro años de remodelaciones, el hotel ha crecido con un enfoque flexible y familiar. “Queríamos crear un espacio de nivel alto, pero sin rigideces. Que la gente no sienta que está en un sitio de lujo distante, sino en un refugio donde pueda relajarse”, explica.

Un hotel en constante evolución
A pesar del reconocimiento, Prats no se duerme en los laureles. Cada año, Can Lluc evoluciona con pequeñas mejoras y nuevas propuestas para sorprender a sus visitantes. “Siempre hemos hecho cosas desde que reabrimos. Hay que diferenciarse y ser más especial cada día”, asegura.
El hotel mantiene un flujo de reservas con una planificación a corto plazo. “Cada vez más viajeros buscan lo que ofrecemos: naturaleza, calma y una atención personalizada”, sostiene Prats.
El premio Mencey Futurista de Honor no solo reconoce la trayectoria de Can Lluc, sino que confirma su filosofía: la hospitalidad va más allá de ofrecer un lugar donde dormir. En este rincón de Ibiza, lo importante no es el lujo material, sino la sensación de sentirse en casa, rodeado de belleza y serenidad.