Baleària ha vuelto a poner sobre la mesa la fragilidad de la conectividad marítima de Ibiza. “La restricción al transporte marítimo tendrá efectos irreparables sobre la economía y la conectividad de la isla, lo que obligará a la compañía a ajustar la oferta, las frecuencias y los precios”, dijo Adolf Utor durante la rueda de prensa que dio el último lunes.
El presidente de la naviera no dio detalles sobre en qué podría traducirse esta reducción de servicios. Sin embargo, según el medio especializado Ferrybalear, Baleària contempla trasladar el Eleanor Roosevelt, su buque insignia y primer fast ferry del mundo propulsado por gas natural licuado (GNL), a otra ruta si se mantienen las restricciones a la entrada de vehículos en la isla. Una jugada que supondría un golpe para las conexiones entre Dénia, Ibiza y Palma, una de las rutas más utilizadas por residentes y turistas durante todo el año.
Un verano con cupos y límites
El anuncio llega tras el primer verano en el que el Consell de Ibiza aplicó la limitación de entrada de vehículos. El cupo diario se agotó en 25 jornadas de la temporada alta, mientras el número de coches de alquiler se mantuvo en torno a las 16.000 unidades. Desde la compañía aseguran que la medida ha tenido un impacto directo: un 25 % menos de vehículos transportados y un 30 % menos de pasajeros.
Qué supondría perder el ‘Eleanor’
El Eleanor Roosevelt es una pieza clave de la flota de Baleària. Con 123 metros de eslora, capacidad para hasta 1.200 pasajeros y cerca de 450 coches, este buque opera la línea Dénia–Ibiza–Palma desde 2021. Además de su velocidad —realiza la travesía en poco más de dos horas—, destaca por su menor impacto ambiental gracias al uso de GNL.
Su sustituto natural sería el Cecilia Payne, otro fast ferry de menor tamaño (86 metros de eslora, unas 800 plazas y 200 vehículos). El cambio supondría una reducción significativa de capacidad por rotación y, previsiblemente, menos frecuencias o precios más altos en temporada alta.
“Yo no voy a mantener servicios perdiendo dinero, porque si no ganamos dinero desaparecemos, y han desaparecido muchas navieras en este país”, advirtió Utor.
Una conectividad cada vez más frágil
El debate sobre la saturación de la isla y la movilidad no es nuevo, pero la advertencia de Baleària introduce un elemento de urgencia: ¿cómo equilibrar la protección del territorio con la garantía de conexión marítima?
Este verano, la relación Dénia–Ibiza llegó a operar con una única salida directa diaria por parte de Baleària, según la prensa sectorial, cuando en temporadas anteriores se reforzaban frecuencias. En paralelo, las limitaciones de Sant Antoni desde 2021 han restado margen operativo y alternativas portuarias. La eventual marcha del ‘Eleanor’ tensionaría aún más la cobertura entre Dénia e Ibiza/Palma, especialmente en picos de demanda.
En 2021 se reabrió Sant Antoni con un límite de 65 m de eslora y sin carga rodada. En 2024 el Govern denegó la petición de Baleària para operar allí (pretendía hacerlo con el Cecilia Payne, 86 m), por lo que la naviera mantuvo sus enlaces peninsulares y con Palma solo desde el puerto de Ibiza. El efecto práctico fue menos elasticidad para recolocar buques y horarios ante picos o incidencia.
El transporte marítimo es, recuerda Utor, “un bien público y estratégico para los territorios insulares”. La salida del Eleanor supondría perder capacidad, estabilidad y un avance en sostenibilidad logrado con el uso del GNL. A la vez, pone en cuestión la viabilidad de las medidas de limitación de vehículos si terminan restando competitividad a las conexiones que mantienen viva la economía de la isla.
El Consell de Ibiza no ha valorado de momento la posibilidad de ajustes en la normativa para 2026, mientras Baleària insiste en que urge una “reflexión colectiva” y “medidas eficaces y consensuadas” para abordar la saturación sin penalizar la conectividad.













