Los aeropuertos de las Islas Baleares se han afianzado como puntos neurálgicos para la aviación de lujo en Europa. Hasta agosto de este año, Palma registró 12.227 operaciones con jets privados, mientras que Ibiza alcanzó las 11.439, lo que supone un incremento del 5% respecto al año anterior en la isla pitiusa. Estos datos sitúan a ambas terminales aéreas entre las once con más tráfico de este tipo en el continente, codeándose con destinos como París, Niza o Ginebra.
Durante los meses de verano, la actividad se intensifica: Ibiza llegó a ser el quinto aeropuerto europeo con más salidas de jets privados en agosto, y Palma ocupó la décima posición en julio.
Un impacto climático desmesurado
El auge de este tipo de transporte de lujo conlleva una huella ecológica alarmante. Según la organización Transport & Environment, los jets privados son entre 5 y 14 veces más contaminantes que los aviones comerciales por pasajero y 50 veces más que los trenes. En una sola hora de vuelo, un jet puede emitir hasta dos toneladas de dióxido de carbono. Este tipo de aviación representa «la cúspide de la injusticia climática», en palabras de Karen Killeen, portavoz de Extinction Rebellion Ibiza, según destaca Eldiario.es
El problema no es nuevo. Entre 2005 y 2019, las emisiones globales de CO₂ de los jets privados aumentaron un 31%. Un estudio más reciente del International Council on Clean Transportation (ICCT) revela que en 2023, estos vuelos produjeron 19,5 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a nivel mundial, un 25% más que hace una década. Para ponerlo en perspectiva, esta cifra supera las emisiones totales de todos los vuelos, incluidos los comerciales, que despegaron del aeropuerto de Heathrow en Londres durante ese mismo año.
La responsabilidad de esta contaminación está altamente concentrada. Según Transport & Environment, el 1% más rico de la población es responsable del 50% de las emisiones globales, y los multimillonarios que usan jets privados desempeñan un «papel desmesurado» en esta crisis.
Un análisis de Oxfam de 2023 lo ilustra de forma contundente: los jets de solo 23 «superricos» dejaron una huella de carbono equivalente a la que un ciudadano medio generaría en 300 años de vida. Un ejemplo es Elon Musk, cuyos dos aviones privados emitieron 5.497 toneladas de CO₂, una cantidad que a una persona media le costaría 834 años producir.
Críticas al modelo turístico
A pesar de que el turismo de lujo gasta más dinero, activistas climáticos argumentan que este beneficio no se distribuye equitativamente entre la población local. Pere Joan Femenia, portavoz de Fridays for Future Mallorca, señala que la riqueza generada «no llega a toda la población, sino que se concentra en determinadas empresas y hoteles que acaban acumulando más, lo que profundiza en las dinámicas de desigualdad social». A menudo, se trata de empresas extranjeras que operan en las islas pero que no generan riqueza para los residentes locales.
Existe una percepción de «complicidad» por parte de las instituciones públicas a la hora de fomentar este modelo. Femenia critica el interés institucional en «seguir atrayendo a esta clientela de lujo» y recuerda que los más de 12.000 jets que aterrizaron en Palma este año contaminan lo mismo que toda la población de un municipio como Felanitx (casi 19.000 habitantes) en un año.
En Ibiza, la infraestructura para acoger este tipo de aviación se amplió en 2016, permitiendo el estacionamiento de hasta 58 aeronaves, una decisión aprobada por una coalición de gobierno que incluía a partidos críticos con la masificación. Ahora, con las obras en el aeropuerto de Palma hasta 2026, las organizaciones ecologistas temen futuras ampliaciones, especialmente en Ibiza, cuyo aeropuerto se encuentra en el entorno del Parque Natural de ses Salines.
Protestas y propuestas ignoradas
Ante esta situación, las organizaciones ecologistas han propuesto medidas concretas, como gravar los vuelos privados con un impuesto de al menos 3.000 euros por billete para financiar tecnologías de aviación más limpias y prohibir los jets que usen combustibles fósiles a partir de 2030. Sin embargo, estas iniciativas no han encontrado respaldo político. El pasado 14 de mayo, el Congreso de los Diputados rechazó una proposición no de ley de Sumar para crear un impuesto especial para jets y yates de lujo. La propuesta fue rechazada con los votos en contra de PP, Vox y PSOE.
Mientras tanto, la protesta social se intensifica. En verano de 2023, activistas de Futuro Vegetal y Extinction Rebellion Ibiza fueron detenidos tras rociar con pintura biodegradable un jet privado en el aeropuerto de Ibiza, una acción por la que se enfrentan a posibles penas de prisión. «Nuestras islas son extremadamente vulnerables al cambio climático, sin embargo, nuestros gobernantes no hacen nada para prescindir de lo que más contamina», denuncia Killeen, reivindicando la urgencia de tomar «medidas contundentes ante un desastre climático que ya está aquí».