“En la feroz lucha de Todo está perdido, el final de Vincent parece contemplativo. ¿Acaso su «avanzar» es una liberación metafísica? La ambigüedad persiste como un maremoto. La muerte es a la vez epitafio y liberación. ¿Es el barco, el sueño o una parte de Vincent lo que muere?”. Estos versos escribió el último 5 de julio Vincent de Froidmont, el belga que se instaló hace más de dos décadas en Formentera, y se convirtió en un ícono de la menor de las pitiusas. “Formentera, la tragedia marítima como lenguaje universal”, añadió, acaso como título de su catarsis, apenas horas después de que el Consell insular removiera el Scipio 1924, su embarcación que llevaba casi once meses encallada en ses Salines.
El Scipio 1924 quedó atascado en la costa luego de la DANA del 14 de agosto pasado y durante los últimos meses se sucedió una novela en la que el Consell de Formentera no definía cuándo la embarcación sería removida y quién se haría cargo.
La institución insular logró, luego de varios intentos, notificar a de Froidmont que debía hacerse cargo de quitar su barco de la costa de sa Sequí, donde permanecía varado. El belga, aquejado por problemas tanto de salud como económicos, no dio respuesta a esta exigencia del Consell insular, quien entonces informó que se haría cargo de la retirada de la embarcación, pero que los costos serían luego trasladados al propietario.
Costos que fueron mucho menores a los planeados: en un principio se hablaba de 400.000 euros para quitar el Scipio 1924 y el Helisara (que también tiene una particular historia), los únicos dos barcos que no habían sido removidos de los varios azotados por la DANA de agosto. Finalmente, el barco de Froidmont resultó sencillo de movilizar. Y económico: costó “apenas” 10.000 euros, según informó el Consell.
¿Qué conflicto existe ahora?
¿Cuál es, entonces, el gran problema? Que Froidmont pretende restaurar y vender su embarcación. Pero el día de su retirada, la conseller de Medio Ambiente, Verónica Castelló, dijo que los pasos a seguir con respecto al Scipio 1924 serían su desguace y el transporte de los residuos al vertedero.
En los últimos días, el emblemático belga ha compartido en sus redes sociales imágenes tomadas al barco tras ser removido. “Al mar no le importa. Scipio 1924 podría ser cualquier barco; Formentera”, ha comentado, en tono emotivo, al lado deuna de ellas. En otra, dice, a modo de lamento: “En la basura”.
Pero lo más llamativo es que en su cuenta de X ha dejado fijada una publicación con fotos del Scipio 1924 y la leyenda: “En venta”.
A partir de esta publicación, La Voz de Ibiza ha consultado al Consell de Formentera si ha habido algún cambio en el destino programado para la embarcación. El Consell aún no ha dado los detalles.
No es la primera vez que el belga busca vender el Scipio 1924. Ya hace tres años, ante sus pesares económicos, lo había puesto en venta por 19.000 euros, aunque no tuvo éxito.
¿Puede venderse un barco varado desde hace meses?
Claro que, para vender el barco, se necesitaría restaurarlo. Ese ha sido otro objeto de los comentarios en las publicaciones de quien ha sido apodado el “hombre del verano”.
“¿Piensas restaurarlo”, pregunta un comentario. “Se necesita dinero”, advierte una usuaria. Vincent se limita a responder: “Traditional wooden boatbuilding”.
Otros comentarios se erigen como muestras de solidaridad: “Lo fácil que lo sacaron, sólo hacia falta una grúa grande para devolverle el barco a Vincent, pero no 👎 querían dinero y más dinero, para que al final lo saquen igual pero tan destrozado que se va a la basura”, se queja un usuario.