A LAS PUERTAS DEL VERANO

La Guardia Civil, al límite en Ibiza: decenas de vacantes, agentes “quemados” y un plus simbólico

Mientras las incidencias se disparan en plena temporada, la Guardia Civil afronta el verano con 90 plazas sin cubrir, turnos interminables y un plus de insularidad congelado en 92 euros desde hace casi dos décadas.

Guardia Civil en Ibiza.
Guardia Civil en Ibiza.

Las patrullas no son suficientes. Las incidencias se multiplican y se superponen y el efectivo de la Guardia Civil debe decidir dónde emplear los recursos humanos, que escasean más que nunca en los meses de verano. Para colmo, no solo se trata de tomar decisiones de alto estrés, sino hacerlo en un contexto de enorme fatiga acumulada: posiblemente, ese efectivo de la Guardia Civil tuvo apenas un puñado de horas entre turno y turno.

Ese es el panorama que viven los agentes de la Guardia Civil en Baleares y, más en concreto, en Ibiza y Formentera. Aunque la situación se ha vuelto cosa de todos los años, el inicio del verano hace que las quejas entre el personal vuelvan a multiplicarse.

A nivel autonómico hay 376 vacantes ofertadas, es decir, plazas que no se han logrado cubrir. En el caso de Ibiza, hacen falta 90 efectivos. “Es una cifra considerable, y hablamos solo de escala básica, porque también hay carencia de escalas de mando”, explica a La Voz de Ibiza Tomás Quesada, secretario provincial en Baleares de la asociación mayoritaria de la Guardia Civil (Jucil). En el caso de Formentera, faltan 24 efectivos.

“Lo más probable es que las vacantes queden descubiertas o quedan cubiertas por personal que sea destinado de manera forzosa”, añade Quesada.

Quemados

“La queja más generalizada, evidentemente, es el cansancio, la falta de descanso, porque hay que tener en cuenta que no es solo atender las incidencias que surjan durante el servicio: es la urgencia de estas incidencias, el tener en ocasiones que discriminar y tomar decisiones porque no hay patrullas suficientes en servicio”, ilustra Quesada.

“El servicio no acaba cuando esa patrulla regresa a base, sino que, por ejemplo, su hay personas detenidas, les queda por instruir diligencias, hacer una serie de trámites burocráticos internos”, añade.

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Esto implica que, en muchos casos, no incluye ni siquiera las once horas de descanso que se esperan entre servicios.

“Vemos que es creciente el llamado ‘síndrome del trabajador quemado’. Se acumula mucho estrés, cansancio y mucha frustración de no poder llegar a todo. Tomar decisiones ante las incidencias en esas condiciones genera un desgaste físico y, sobre todo, psicológico”, enfatiza Quesada.

La carencia de personal es más notoria en incidencias de seguridad ciudadana. “Los refuerzos de verano mayoritariamente son en especialidades, como tráfico o el servicio marítimo, que se cubre desde Palma. Pero en la seguridad ciudadana mayoritariamente el refuerzo que recibe son unidades de élite, más especializados en control de masas o en controles de carretera y demás. Es su actuación más específica, que ayuda evidentemente, pero que está normalmente circunscrita a focos calientes”, analiza Quesada. En cambio, advierte, “el mayor aumento de población por el turismo se produce en demarcación de la Guardia Civil, esas incidencias diarias las siguen cubriendo los mismos efectivos que hay en los puestos principales que tiene Ibiza y que no reciben refuerzos”. Los únicos que se suman a estas tareas en el verano son guardias alumnos, quienes están en un período de formación y necesitan que se les supervise.

Robos, hurtos, alteraciones en zonas de ocio por embriaguez, violencia de género. Todo eso que ocurre en cualquier momento del año, se multiplica durante la temporada turística y tenemos que atenderlo con la misma cantidad de agentes”, se queja el titular de Jucil.

En algunos casos, el desbalance entre personas y efectivos es notable, como en el aeropuerto: la media de efectivos por turno, señala Quesada, es de dos o tres, incluso en el momento pico de la temporada. Mientras tanto, Salvamento Marítimo no tiene servicio propio en Ibiza, sino que una embarcación suele trasladarse desde Palma.

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Tomás Quesada, de Jucil.
Tomás Quesada, de Jucil.

Causas y efectos

Trasladarse al archipiélago acumula desventajas para un trabajador de la Guardia Civil. A las dificultades para obtener vivienda a precio asequible y al alto costo de vida, se suma el incremento de carga laboral en temporada alta.

“Tenemos unas causas que hacen que tengamos menos efectivos y un efecto que es que esos efectivos tengan que trabajar por encima de sus posibilidades la mayor parte del tiempo y, al final, un caballo de carreras no puede estar al galope todo el tiempo”, se queja Quesada.

En este contexto, advierte que además del aumento de población estacional en el verano, Baleares ha sufrido un notable flujo migratorio en los últimos años que pone más presión.

“Discriminación” del Gobierno central

Desde Jucil advierten que, en este marco, tanto los ayuntamientos y consells como el Govern han intentado brindar facilidades para promover la permanencia de agentes de la Guardia Civil en el territorio.

Quesada destaca, por ejemplo, que el Consell de Ibiza haya adjudicado obras para una futura residencia de Servicio Marítimo en la isla. O que los ayuntamientos ibicencos o el Consell de Formentera otorgue plazas a los agentes que llegan sin vivienda. También destaca que el Govern ha dado facilidades fiscales e impulsa alquileres sociales entre efectivos de la Guardia Civil.

Todo esto, sin embargo, es insuficiente. Según denuncian desde Jucil, quien tiene la llave para lograr un cambio significativo es el Gobierno central, al que reclaman una actualización de la indemnización por residencias, también llamado plus de insularidad.

La última actualización fue en el 2007. Hoy, agentes de la Guardia Civil en las islas de Ibiza, Formentera o Menorca perciben 92 euros adicionales. En Mallorca, 74. “Es algo simbólico”, dice Quesada. En comparación, agentes en Melilla o Ceuta perciben por el mismo concepto alrededor de 600 euros. Desde Jucil apuestan a una cifra, al menos, similar.

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“El Gobierno no escucha ni demuestra interés ni en hacer un estudio de las necesidades y condiciones propias de las Islas Baleares”, dice Quesada. “Ya lo consideramos una discriminación”, añade.

La polémica por el catalán

Hace unas semanas, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, aludió a los agentes de la Guardia Civil en Baleares, pero no precisamente para solidarizarse con su situación. Lejos de ello, Díaz reclamó sanciones para agentes que no hablen el idioma oficial del archipiélago, el catalán.

“Su comentario supone un total desconocimiento de cuál es la situación que tenemos en Baleares, sobre todo del trabajo que hacen qué hacen los guardias civiles aquí. Los agentes están trabajando con una auténtica Torre de Babel por las diferentes procedencias tanto de la inmigración que se recibe como de como del turismo. Se le está prestando servicio a todo el mundo”, describe Quesada.

“La buena voluntad y el esfuerzo de los guardias civiles en Baleares no se puede poner nunca en duda. Estamos trabajando con numersosos idiomas, incluido el catalán”, cuestiona.

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