Por años, Casa Lola fue sinónimo de excesos en Ibiza. Situada en Es Cubells, esta finca se convirtió en un punto de encuentro de la élite internacional, un espacio donde la fiesta nunca tenía fin y las normas parecían diluirse entre muros ilegales, piscinas sin permiso y eventos exclusivos.
Su propietaria, la polémica Paquita Sánchez Marsan, tejió alrededor de Casa Lola una historia de irregularidades urbanísticas y controversias sociales.
Pero lo que pocos sabían es que, detrás de la fachada de lujo y desenfreno, allí también ocurrió un episodio que estremeció a Italia y que todavía hoy resuena con fuerza en Ibiza: una de las agresiones sexuales que llevaron a la cárcel al empresario Alberto Genovese tuvo lugar en esta misma finca, puntualmente en Villa Lolita o Casa Lolita, como solían referenciarse.
Un refugio de excesos con un historial de ilegalidades
Construida sobre terreno protegido, Casa Lola operó durante años en un limbo legal. A pesar de las órdenes de demolición que pesaban sobre la finca desde 2010, el lugar siguió funcionando, ampliándose con obras no autorizadas y acogiendo eventos de gran repercusión.
No era solo una casa, sino un pequeño imperio de construcciones ilegales, con más de 2.000 metros cuadrados edificados sin permiso, piscinas clandestinas y un sistema de caminos y accesos privados.
Los vecinos llevaban años denunciando la situación. Las quejas por fiestas interminables, tráfico de coches de alta gama y la presencia habitual de figuras influyentes en la isla eran constantes.
Sin embargo, la demolición total de Casa Lola no se ejecutó hasta el martes 13 de septiembre de 2022, cuando el Ayuntamiento de Sant Josep de sa Talaia, tras una batalla judicial de más de una década, finalmente logró el derribo del complejo.
La noche en que Ibiza se convirtió en un escenario de violación
Lo que pocos imaginaron es que entre esas paredes, ahora reducidas a escombros, se había cometido una de las agresiones sexuales más mediáticas de los últimos años en Italia. El 10 de julio de 2020, en una de las estancias de Casa Lola, Alberto Genovese, magnate de las startups y anfitrión de fiestas descontroladas, drogó y abusó de una modelo de 23 años.
Según el testimonio de la víctima, confirmado luego en el juicio, la noche comenzó como tantas otras en los círculos de Genovese: champán, cocaína y drogas sintéticas servidas en bandejas.
La joven, que había acudido con amigos a la exclusiva villa ibicenca, perdió la noción de lo que sucedía después de consumir lo que le ofrecieron. Cuando despertó, tenía signos de haber sido sometida durante horas a un abuso violento.
En su declaración, aseguró que Genovese la mantuvo encerrada mientras estaba completamente sedada y que al recuperar la conciencia, intentó huir sin éxito. Los informes médicos corroboraron lesiones compatibles con una violación prolongada.
Villa Lolita, Casa Lolita y Casa Lola
En enero de 2021, el programa de televisión italiano «Non è l’Arena» emitió entrevistas a dos mujeres que acusaron a Genovese de agresión sexual y a un testigo directo, quien declaró públicamente dónde ocurrieron los hechos. Durante la emisión, el testigo exhibió fotografías del lugar, identificándolo como el sitio donde se cometió la violación.
Las imágenes proyectadas en el estudio coincidían con Casa Lolita, una de las propiedades del complejo Casa Lola, conectada con Casa Paola y Casa Lola dentro de la misma finca en Es Cubells.
Aunque en los medios italianos se refirieron a la finca como «Villa Lolita» sin demasiado contexto, la estructura correspondía a una de las zonas del polémico complejo que las autoridades de Sant Josep llevaban años intentando desmantelar.
Genovese: de la cárcel a un programa de reinserción polémico

El caso de Genovese no solo conmocionó a Italia e Ibiza, sino que ha cobrado un nuevo giro en los últimos meses. El empresario, condenado en Milán a 8 años y 11 meses de prisión por violaciones múltiples, ha sido autorizado a salir de la cárcel cuatro días a la semana para trabajar como voluntario en una asociación de apoyo a mujeres víctimas de violencia de género.
La decisión, tomada en septiembre de 2024, ha generado una fuerte controversia en el país. Organizaciones feministas y expertas en justicia restaurativa han cuestionado el mensaje que se envía al permitir que un agresor condenado realice tareas relacionadas con la asistencia a víctimas.
El Tribunal de Vigilancia de Milán justificó la medida como parte de un proceso de reinserción, aunque dejó claro que no forma parte de un programa de justicia restaurativa.
Mientras tanto, en Ibiza, Casa Lola ya no existe, pero su historia sigue pesando en la memoria de la isla. El nombre que por años estuvo asociado al lujo y la exclusividad hoy es también el reflejo de los excesos, la impunidad y una realidad que muchos prefieren olvidar.