El Ayuntamiento de Santa Eulària ha debido paralizar el desalojo del asentamiento Can Rova 2 por orden del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1 de Palma ante la reclamación de un abogado que representa a unas 40 personas que viven allí.
“Ya estamos entrando de vuelta”, sostuvo Richard esta tarde, quien reside en una caravana en el campamento chabolista. Ante La Voz de Ibiza, manifestó que “tuvimos una mañana muy jodido. Llegamos a sacar todas las pertenencias. Por suerte nuestro abogado resolvió este problema y pudo suspender temporalmente el desalojo”.
“Imagínense los daños, los perjuicios que nos hicieron materialmente. Aquí hay personas vulnerables, tienen sus cosas, tienen sus pertenencias. Entonces nos hicieron sacar toda la pertenencia que podíamos, nos hicieron romper toda la valla. Nosotros teníamos cámaras por cualquier cosa, para controlar, porque somos organizados aquí. Destruyeron todo eso”, contó este medio.
También se refirió a los “daños psicológicos” sufridos por el desalojo. “Acá había muchas personas embarazadas, señoras que tienen hijos, niños. O sea que hay daños psicológicos que no se puede remediar”.
El hombre, de origen paraguayo y que trabaja en la construcción, vive allí junto a su pareja y sus dos hijos. Calcula que en el asentamiento hay más de 300 personas.
Richard está viviendo en Can Rova 2 “desde un principio”. En su caso, fue desalojado de Can Rova a mediados de julio pasado. “De ahí salimos y entramos aquí. Este realmente fue nuestra segunda experiencia yo y con mi familia. Esto es lo más feo que yo encuentro”, cuenta.
“Por mí no es nada, pero por mis hijos, por mi señora, por todos los niños que viven aquí, por todas las señoras que tienen hijos, embarazadas. Yo siento mucho con ellos porque, como yo siempre les digo, nosotros estamos aquí no porque queremos. Nosotros no tenemos alternativa, no tenemos otra opción”, sostuvo.
Además, alertó que, en la medida que sólo se lleven adelante los desalojos, esta es una problemática si solución. “Siempre lo dejamos bien claro al Ayuntamiento y a todos que si nos llegan a desalojar de aquí yo creo que va a haber otro Can Rova 3”, sostiene.
El hombre trabaja en la construcción y lleva tres años en la isla. En un principio, vivía en un piso con su familia, aunque las condiciones se fueron complejizando. “No había otra opción”, sostuvo.
La mudanza a Can Rova 1 había sido una “buena opción” porque creía que allí “iba a ser mucho más seguro ya que nosotros pagamos una alquiler al supuesto dueño”. Sin embargo, el desalojo ha iniciado un peregrinar que por ahora no tiene solución para este migrante.