La cultura española ha amanecido de luto. José Luis Cienfuegos, director de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) y figura esencial para entender la evolución reciente de los festivales de cine en España, ha fallecido este martes en Madrid de forma repentina, a los 60 años, tras sufrir un infarto cerebral. Fue ingresado el lunes por la noche, pero, según confirmaron fuentes municipales y del propio certamen, “no ha logrado superar esta dolencia”.
El golpe ha sido especialmente doloroso para Valladolid, cuya Seminci acababa de cerrar hace apenas unas semanas una edición histórica, la número 70, firmada por Cienfuegos con el estilo que lo convirtió en uno de los programadores más respetados del país. El propio alcalde, Jesús Julio Carnero, anunció su fallecimiento y trasladó el impacto que ha causado entre instituciones, cineastas y público.
Un legado que marcó tres ciudades: Gijón, Sevilla y Valladolid
Nacido en Avilés en 1964, Cienfuegos acumuló una trayectoria extraordinaria antes de llegar a Valladolid. Dirigió durante años el Festival de Cine de Gijón, consolidándolo como una referencia para el cine independiente, y posteriormente el Festival de Cine de Sevilla, donde su nombre se convirtió en sinónimo de criterio, riesgo y apertura internacional.
La Seminci lo seleccionó en 2023 tras un concurso público para liderar el mayor proyecto de su carrera. El festival lo despedía este martes recordando que llegaba con un “sello inconfundible”, una “necesaria renovación” y una lealtad absoluta a “la historia y el espíritu que han caracterizado Seminci”.
Un año después, su impacto ya era evidente: la edición número 70, concluida hace tan solo un mes, fue, según el propio festival, “sin duda una de las más exitosas de la larga trayectoria del certamen”.
El festival que elevó al máximo su ambición
Bajo su dirección, la Seminci se reafirmó como un espacio donde la cinefilia se convierte en conversación colectiva. Cienfuegos entendía el certamen como un punto de encuentro: “un lugar de diálogo y conocimiento” en torno al cine, construido a través de una programación “ambiciosa y heterodoxa” que tendía “puentes vibrantes entre los creadores y el público”.
El @AyuntamientoVLL expresa sus condolencias por el fallecimiento repentino del director de @Seminci_oficial, José Luis Cienfuegos, en estos momentos de dolor la ciudad está al lado de su familia, de sus amigos, y de todos los compañeros del Festival y del mundo del cine. DEP. pic.twitter.com/mNd1JJuvyP
— Ayto. de Valladolid (@AyuntamientoVLL) December 2, 2025
Su mirada, subraya la organización, fue “poliédrica”, con una atención especial a todos los agentes que hacen posible el cine de autor: distribuidores, productores, crítica y medios. Su obsesión era que la Seminci no solo exhibiera películas, sino que fuera útil para la industria.
El festival lo resume con una frase contundente: “Cienfuegos transformó radicamente la manera de hacer festivales en España para celebrar la cultura y la vida.”
Un final abrupto para un creador en plena plenitud
El fallecimiento ha generado una oleada de mensajes de dolor en un sector que veía en Cienfuegos una figura imprescindible y, sobre todo, un trabajador incansable. La Seminci confirmó que Oviedo, ciudad donde reside su familia, acogerá el funeral. Valladolid, por su parte, organizará un homenaje especial para honrar su figura y su legado.
Su labor reciente había revitalizado el festival, impulsándolo hacia una nueva etapa de prestigio internacional. Su repentina muerte interrumpe un proyecto que apenas había comenzado a desplegarse por completo, pero deja en pie una estructura y una visión que marcarán la Seminci durante años.
El vacío de un renovador del cine español
Si algo definía a Cienfuegos era su capacidad de reunir mundos: cineastas consagrados y emergentes, público fiel y nuevas generaciones, industria y pensamiento crítico. A ello sumaba una sensibilidad especial para detectar talento y para articular programaciones que parecían diseñadas tanto para desafiar como para emocionar. El festival lo expresa así en su despedida pública: “Estableció puentes vibrantes entre los creadores y el público.”
Con su muerte, el cine español pierde a uno de sus programadores más influyentes, un gestor que convirtió cada festival que tocó en un lugar más vivo, más curioso y más permeable al riesgo artístico. Su nombre queda ya unido de forma indeleble a Gijón, Sevilla y, sobre todo, Valladolid. Su obra, como la de los cineastas a los que tanto apoyó, seguirá hablándole al futuro.







