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El holandés que ha comprado sa Penya: «El barrio tiene un gran futuro»

Bernardus van Maaren camina por las calles de sa Penya con la naturalidad propia de quien lo ha venido haciendo varias veces al día en los últimos años. Primero en las maratonianas negociaciones de compra, después para el control de las obras de rehabilitación de para cuyos trabajos cuenta con la colaboración de varias empresas especializadas. 

Van Maaren conoce la historia que hay detrás de cada vivienda, especialmente si forma parte de las 30 que ha ido adquiriendo en los últimos años. 

Y a cada uno de sus moradores, sean inquilinos suyos, propietarios o inquilinos de otros propietarios. 

Choca los cinco con los jóvenes que nos encontramos a nuestro paso en un tour en el que nos enseña varias de sus propiedades. “A algunos les he entrenado en boxeo”, rememora. 

En numerosas puertas y muros de las viviendas que están pendientes de rehabilitar está grafiado su nombre. 

Estamos dando luz al barrio”, dice Bernardus. Recuerda que antes “había personas que dejaban un poco oscuro el barrio”, en relación a los consabidos problemas de seguridad, limpieza y convivencia. 

Según calcula, todavía quedan dos docenas de casas por restaurar. La transformación es evidente e imparable, ante lo que este empresario holandés tiene claro que el barrio de sa Penya tiene «un gran futuro». 

El «gran trabajo» del Ayuntamiento

Valora muy positivamente el trabajo del Ayuntamiento de Ibiza en la zona, sin cuyo concurso la transformación del barrio no habría sido posible. Y también que las viviendas expropiadas y rehabilitadas hayan sido cedidas a agentes de la Policía Nacional.

Su papel en la transformación del barrio está fuera de dudas. Tanto que hasta Valoriza, la empresa concesionaria del servicio de limpieza, le pregunta su opinión para reorganizar el servicio y la ubicación de los contenedores para que los vecinos puedan dejar la basura en un punto y facilitar la limpieza del barrio.

El Ayuntamiento ha hecho “un gran trabajo”. Tanto que no tiene queja, ni de la limpieza, ni de la iluminación, ni de la seguridad. 

Sin la participación municipal, nada habría ocurrido. «Vimos lo que estaban proyectando y nos apuntamos a la transformación de sa Penya”.

Este ejemplo de colaboración público privada sin ruedas de prensa se llegó a traducir en el alquiler a bajo coste de viviendas para obreros que trabajan en obras municipales en el barrio.

Mejoras 

Aunque como toda obra humana, es mejorable. Pide que los aparcamientos sean para los residentes, más vegetación («me gustaría que plantaran palmeras»), más zonas verdes, más actividad comercial, una tienda de conveniencia e incluso un bar.

La convivencia

La convivencia con los gitanos “va muy bien”, agrega. “El 90 por ciento está súper feliz y contento. Claro que a veces hay un inquilino que no encaja bien o que no se lleva bien con algún otro vecino. Eso pasa en todos los barrios”, destaca. 

Van Maaren destaca que, además de policías, y de los residentes tradicionales que aún viven en el barrio, «hay enfermeros, autónomos, djs, una pareja que tiene una academia de krav maga, una disciplina de defensa personal y que quiere implantarse aquí». 

Destaca que no hay patrón entre el vecindario. «Tenemos de todo… familias, dos chicos holandeses jóvenes que trabajan de temporada, inquilinos que trabajan en bares de La Marina, gente que trabaja en tiendas de ropa… «, explica. 

Demanda

La lista de espera para acceder a una vivienda es larga. Las rentas más económicas rondan los 800 euros, “que en general son para personas que ya conocemos o que trabajan con nosotros. La más cara depende de temporada o todo el año, hasta unos 3.000 o 3.500 euros”.

“Podría poner los precios más caros. Pero me interesa más tener inquilinos fijos todo el año que me den buena energía y por la cual tenemos una relación súper buena, que tener precios altos y cambiar muchas de las personas. 

 

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