Luego de que se conociera el conflicto entre una inquilina y una «inqui-okupa» en una vivienda situada en Es Novells 55, en el municipio de Santa Eulària des Riu, otra grave denuncia contra la misma mujer, de nombre Mariana, ha trascendido en las últimas horas.
En esta ocasión, una vecina de Can Guasch, en el mismo municipio, ha relatado un calvario que comenzó dos años antes de la pandemia y continúa hoy día con juicios y acusaciones de por medio.
La Voz de Ibiza se ha puesto en contacto con Laura (así también se llama la inquilina de Es Novells) y esta ha accedido a contar su experiencia, que resume con crudeza: «Una mierda».
Laura ubica el inicio del conflicto dos años antes de la pandemia del Covid-19, cuando «desde una agencia donde teníamos puesto el alquiler de una casa de campo, le alquilamos a un grupo de personas entre las que estaba Mariana».
«No sé qué pasó en ese grupo pero todos se fueron, quizá porque no estaban a gusto. Pero al tiempo, ella se nos acercó diciendo que debía dejar su lugar en Jesús y que no tenía a dónde ir», ha declarado.
«Le dijimos que por una semana podía guardar sus cosas en el almacén que está en las afueras de la casa, y se terminó quedando 4 años sin pagar», ha agregado Laura.
Los problemas de convivencia comenzaron pronto. «Le mandaba mensajes a mi madre, una señora mayor, diciendo que no podía dormir, que le molestaban los ruidos, que la música estaba muy alta. Se quejaba de que iba a las 9 a darle de comer a las gallinas, pero nosotros trabajábamos ahí. Ella nos grababa y llamaba a la policía por todo. Llegó a decirme que me iba a reventar la cabeza», ha manifestado a este medio.
Según su relato, cuando se desató la pandemia, Mariana regresó a la Argentina, su país de origen, pero no desalojó el lugar. «Al estar denunciados, no podíamos tocar ninguna de sus cosas allí. Ella había declarado que era su vivienda, y nosotros sin la orden de un juez no podíamos sacarla», ha señalado. Cuando habilitaron el regreso a España, Mariana regresó al almacén.
Juicio, desalojo y más denuncias
Laura ha contado a La Voz de Ibiza que un día, Mariana decidió abandonar el lugar. «Me dijo ‘ya me voy, hija de puta’. Se fue con un montón de bolsas. Puse la cadena porque pensé ‘al llevarse sus cosas, ya no vuelve’, pero llamó a Guardia Civil y tuvimos un juicio rápido, por el que tuvimos que pagar 5.040 euros al Estado por haber cerrado una puerta donde vivía una persona», ha detallado.
Tras el pago, el juez dictó que ella fuera a recoger sus cosas escoltada por la Guardia Civil, y que se fuera definitivamente. «Agarró sus pertenencias y se fue. Pero a raíz de eso, nos ha montado dos denuncias», ha dicho.
«Nos había apuñalado los cojines, ha dejado kilos y kilos de basura, tiraba bolsas con mierda y presas de animales al bosque del vecino. Parece una persona normal hasta que se le cruzan los cables», ha descrito Laura a este medio.
Desde entonces, Laura y su familia han tenido que enfrentar dos acusaciones en los tribunales. La primera, por un supuesto arañazo en la cara que, según Mariana, le habría causado una mujer durante un altercado. Este caso concluyó con la absolución de la familia.
La segunda, aún pendiente de resolución, es por un presunto robo en el que Mariana asegura que le sustrajeron dinero, utensilios de cocina, ropa y otros objetos personales. Laura ha negado estas acusaciones y asegura que todas las pertenencias fueron retiradas bajo supervisión de la Guardia Civil cuando lo ordenó el juez.
Según ha podido averiguar La Voz de Ibiza, Laura se ha puesto en comunicación con la otra Laura, del caso de Es Novells 55, para «ofrecerle ayuda».