-¿Habla idiomas?
-Inglés, alemán, español y catalán. Alemán lo aprendí en el seminario…
-¿Iba para cura?
-No. Mi madre siempre quiso que estudiara y estuve interno en el seminario. Fue una época fantástica. Imagínese cómo era Dalt Vila en aquella época. Una maravilla. Había un capellán (Mortera) que sabía alemán y empeñó a enseñarnos. Luego ya lo mejoré por mi cuenta.
-Supongo que lo practicaría ligando con las turistas que venían por aquí.
-(Risas) Ayudó.
-¿Es católico?
-(Se lo piensa) Soy católico porque vengo de padres católicos, sobre todo mi madre, que es muy católica. Antes de entrar en el seminario, fui monaguillo… Tengo mis dudas, pero eso son cosas muy personales.
-Dejemos el tema, no sea que le dé un disgusto a su madre. No le veo con la más mínima intención de jubilarse.
-(Risas) No, lo único es que no quiero estrés. Es muy malo.
-¿Y aún se estresa?
-Cada vez menos, pero aún demasiado. Es una gran responsabilidad. Cuando hay un problema, todo el mundo llama a Juanito esto, Juanito aquello… Tengo buen equipo, pero es mucha gente al cargo.
-¿Trabaja todos los días?
-Prácticamente. Intento tener un horario que antes no tenía. Antes el horario lo marcaba el cliente. Si había clientes, teníamos abierto. Esto hoy en día no es así.
-¿Es un alma libre?
-Un poco sí. Aquí tenemos nuestro propio microclima.
-¿Se arrepiente de haber sido empresario?
-No. Aunque hoy en día tener personal es muy complicado…
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