“Hoy todos matarían por tener un producto turístico líder a nivel mundial. En Ibiza lo tenemos”. Con esa frase, directa y sin matices, Juan Miguel Costa, director insular de Turismo, abrió su intervención en la mesa redonda “La importancia del ocio nocturno para la economía y el turismo”, celebrada este lunes en Valencia dentro del Congreso Internacional de Ocio Nocturno. Y lo hizo dejando claro que, en plena transformación del modelo turístico, el ocio no es un problema: es una oportunidad.
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Costa defendió que la isla puede aprovechar su enorme visibilidad global —“una exposición brutal”, remarcó— para impulsar una estrategia que vaya más allá de las discotecas y los clubes. “Nuestro gran reto es que toda esa gente que llega por el ocio descubra las otras caras de Ibiza: el 75-80 % de isla verde, las calas, la cultura, la gastronomía, el patrimonio”, dijo. “Queremos que el ocio sea vehículo para conectar con la Ibiza que muchos aún no conocen”.
El reto de Ibiza: transformar la etiqueta de “fiesta” sin renunciar a su fuerza
Costa insistió en que la isla está ante un momento decisivo: “Lo que queremos es que poco a poco cambie la percepción de Ibiza solo como lugar de fiesta”. La idea no es esconder la identidad, sino ampliarla. Si Ibiza atrae cada año a millones de personas de todo el mundo gracias a su oferta nocturna —“la mejor del mundo”, repitió—, el siguiente paso es convertir esa atención en un puente hacia el resto del destino.
Los datos acompañan el discurso: el 87 % del PIB de la isla procede del turismo y un 30 % está directamente vinculado al ocio nocturno. “Su peso es aplastante”, reconoció.
Equilibrio público-privado: regular sin asfixiar
En un momento de la mesa, Costa dejó una de las frases más comentadas de la jornada: “Muchas veces nuestra función es molestar lo menos posible. No poner palos en la rueda”.
El director insular admitió que la administración “siempre llega después” del sector privado, especialmente en Ibiza, donde la innovación en ocio es constante. Pero defendió que el papel público debe centrarse en regular con sentido común, acompañar y favorecer que la industria siga generando oportunidades sin comprometer la convivencia.
También recordó el verano de 2021, cuando la isla vivió la temporada sin ocio nocturno. “Había quien decía ‘esta es la Ibiza que queremos’”, comentó. “Pero renunciar a nuestro elemento diferenciador sería empobrecer el destino”.
Desde Valencia, Sídney y Barcelona: Ibiza como ejemplo
No solo Costa situó a Ibiza como referente. Los otros tres ponentes de la mesa reforzaron ese mensaje:
Tico Torrons, presidente de Valencia Night Live, habló sin rodeos: “Tengo envidia. En Valencia vienen por la cultura o la gastronomía y descubren el ocio. En Ibiza es al revés… y lo hacen muy bien”.
Victoria Moixe, del Gobierno de Nueva Gales del Sur, contó cómo Sídney perdió dinamismo por la hiperregulación nocturna: “Sídney era una ciudad que se iba a dormir a las nueve”. Las restricciones, dijo, costaban 16.000 millones de dólares anuales en impacto económico. La recuperación llegó cuando la ciudad comprendió que la economía nocturna es “una parte vital de la identidad urbana”.
David López, directivo de Costa Este y vicepresidente de la patronal catalana de ocio nocturno, puso números sobre la mesa: “El 38 % de la oferta turística de Barcelona el año pasado estuvo motivada por el ocio nocturno. El turista de ocio gasta tres veces más que el turista medio”. Y añadió: “Ibiza es el gran ejemplo de cómo la noche puede servir para abrir puertas a otros atractivos del destino”.
Ocio transversal, familias incluidas
La mesa cerró con una reflexión de José Luis Benítez, presidente de Ocio de Ibiza: “No todo el mundo viene por la fiesta, pero casi todos salen una noche”. Benítez recordó que incluso hay hoteles que ofrecen servicio de niñera para que las familias puedan disfrutar del ocio nocturno. Una prueba más de que, guste o no, la noche forma parte de la vida de la isla, de su economía y de su imagen. Y también, según la estrategia que defiende Costa, de su futuro.













