En abril, en la ciudad de Santiago, Chile, se hizo público un macabro hallazgo: una monja de 80 años había mantenido oculto durante más de un año el cuerpo sin vida de su amiga religiosa dentro de una maleta.
Cámaras de domicilios particulares captaron a la mujer, de noche, arrastrando la valija que contenía el cadáver. Después, abandona su terrible paquete, y se retira. Los recolectores de basura recogieron la maleta y así empezó a descubrirse todo.
Según las investigaciones, la monja y su amiga, que tenía 60 años, habían hecho un pacto entre ellas. Este acuerdo establecía que, en caso de que cualquiera de las dos muriera primero, la otra no denunciaría ni registraría el fallecimiento. Así, la monja llevó el cuerpo de su amiga hasta su domicilio y lo mantuvo oculto en una maleta durante todo un año. La razón detrás de esta macabra acción, según se aclaró después, fue el «cariño» que existía entre las dos amigas.
Un giro inesperado en el caso de la monja con la maleta que contenía el cuerpo de su amiga
La maleta con los restos fue encontrada en una calle de Ñuñoa, Región Metropolitana, y causó conmoción en la ciudad. No se encontraron lesiones traumáticas en los huesos, según clarificaron los forenses. La fallecida era Erica Alejandra Fernández Mora.
En tanto, la monja que cargaba la macabra maleta, fue identificada como Lorenza Ramírez.
Sin embargo, no todo terminó allí. Cuando la policía continuó la investigación, se supo que ambas tenían una relación amorosa y se habían prometido cuidarse hasta el fin de sus días e incluso más allá.
Pero todavía faltaba un giro más: el Arzobispado de Santiago confirmó que ni Ramírez Barrera ni Fernández Mora eran monjas.“La mujer adulta mayor no es religiosa, ni pertenece a un instituto de vida consagrada de la iglesia católica”, precisó la Arquidiócesis.