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CIENCIA

Demandan a las ‘apps’ de citas por ser adictivas: ¿qué dicen los científicos?

En Estados Unidos, varias personas demandaron a las aplicaciones de citas más populares por ser adictivas, pero, ¿qué dice la ciencia sobre esto?
aplicaciones de citas en España
Uso de aplicaciones de citas en España: un nuevo estudio revela las tedencias. (Foto: cottonbro studio en Pexels)

El pasado 14 de febrero, en Estados Unidos, seis personas presentaron una demanda colectiva contra las aplicaciones de citas más populares, acusándolas de ser adictivas. Match Group, propietaria de varias de ellas, como Tinder, niega que así sea, pero, ¿qué tiene para decir la ciencia?

Ya se ha hablado antes del efecto adictivo de las redes sociales en general. En un artículo de Leah Worthington en National Geographic; la antropóloga biológica Helen Fisher, investigadora principal del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana, dice: «El cerebro está preparado para la adicción, sobre todo cuando se trata del amor».

Por su parte, Elias Aboujaoude, profesor clínico de psiquiatría en Stanford, afirma que estas apps provocan a los usuarios un «subidón» al recibir un like o un match. En principio, creen que está involucrada la dopamina, conocida como «hormona de la recompensa», una de las «hormonas de la felicidad»: «Sabemos que la dopamina interviene en muchísimos procesos adictivos, y hay datos que sugieren que está implicada en nuestra adicción a la pantalla».

Sin embargo, señala que que el efecto de las aplicaciones de citas en el cerebro y la salud mental están poco estudiados.

Por otro lado, hay algunos motivos entre los expertos para creer que estas apps tienen mecanismos adictivos, porque, al final, la intención es el lucro. «Las aplicaciones de citas son empresas», afirma Kathryn Coduto, profesora adjunta de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Boston; «son personas que intentan ganar dinero, y la forma en que lo ganan es haciendo que los usuarios permanezcan en sus aplicaciones».

En tanto, Cheng Chen, profesor adjunto de diseño de comunicación en la Universidad de Elon, señala que la forma en que las apps están diseñadas «no es precisamente neutral. Por ejemplo, deslizar el dedo es más divertido que pulsar, lo que hace que todo el proceso parezca más un juego».

Pero, Aboujaoude destaca algo importante: ha observado que ciertas personas usan durante horas  estas apps como una forma de afrontar la depresión o la ansiedad, pero que eso no basta para calificarlas de adictivas, aunque sí «tiene las marcas de un comportamiento patológico».

 

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