LUJO SOBRE EL MAR

Así es «Eclipse», el superyate de Roman Abramovich: tres años atracado y toneladas de diésel para mantener el aire acondicionado

El yate Eclipse de 162,5 metros de Roman Abramovich ha permanecido más de 900 días en Turquía y ahora se prepara para su próximo destino: el astillero de Tuzla en Estambul

Yate Eclipse
Yate Eclipse

El super yate de 162,5 metros conocido como Eclipse, valuado en más de 600 millones de dólares, ha sido uno de los grandes símbolos del lujo desmedido de Roman Abramovich. Desde febrero de 2022, la embarcación permanecía atracada en el puerto de Muğla, en Turquía, acumulando más de tres años sin actividad náutica.

Sin embargo, lejos de estar apagado, el barco ha seguido funcionando como si estuviera en alta mar. Los generadores se mantuvieron activos de forma constante con un único objetivo: preservar el aire acondicionado encendido para evitar la humedad y proteger los lujosos interiores del yate.

El resultado ha sido un impacto económico y ambiental colosal. Según datos recogidos por JVTech, durante más de 900 días consecutivos, el barco consumió enormes cantidades de diésel a diario, únicamente para evitar que la valiosa madera se deformara y que los servidores sufrieran un sobrecalentamiento.

Un “apetito de ogro” energético

La operación del Eclipse durante su estancia en Turquía se asemejó más a la de una pequeña fábrica que a la de un barco inmóvil. El gasto energético, calificado como “desproporcionado” por medios especializados, responde a la lógica de mantener intacto el lujo interior del super yate.

Desde JVTech lo describen como el “gigante marino con apetito de ogro”, un símbolo del exceso de consumo y de los costes ambientales que este tipo de embarcaciones generan.

Yate Eclipse (Foto por: Keld Gydum)
Yate Eclipse (Foto por: Keld Gydum)

El mantenimiento del aire acondicionado no solo evitó la humedad en alfombras, maderas nobles y sistemas electrónicos, sino que también fue clave para que los servidores internos no sufrieran sobrecalentamientos.

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El lujo extremo del Eclipse

El super yate de 162,5 metros no es una embarcación cualquiera. Diseñado con estándares militares, cuenta con sistemas de defensa contra misiles, ventanas blindadas y dos helipuertos. Además, dispone de un minisubmarino, discoteca, cine privado y varias piscinas distribuidas a lo largo de sus cubiertas.

En su interior se encuentran suites de lujo totalmente digitalizadas, decoradas con materiales exclusivos y dotadas de la última tecnología. Este nivel de sofisticación requiere un equipo humano de 60 tripulantes, encargados de mantener el barco en condiciones óptimas, incluso durante los largos periodos en los que permaneció amarrado.

Todo ello ha convertido al Eclipse en uno de los yates privados más célebres del mundo y en un emblema del poderío económico de Abramovich.

De Turquía al astillero de Tuzla

Tras un prolongado periodo de inactividad obligada, el Eclipse ha vuelto a navegar. Su nuevo rumbo lo lleva hacia el astillero de Tuzla, en Estambul, donde será sometido a lo que se conoce como un reacondicionamiento integral, es decir, una revisión completa.

Este tipo de intervención, tratándose de una embarcación de semejante envergadura, constituye un proyecto de enormes proporciones que requiere la participación de decenas de técnicos, artesanos e ingenieros, y que puede incluir desde un repintado exterior hasta la actualización total de los sistemas de propulsión, navegación y equipamiento interior.

La salida del Eclipse pone fin a una etapa para el puerto de Mugla, que durante cerca de tres años fue el amarre de una de las construcciones más exigentes en términos energéticos del planeta. Tal como señala la revista Luxury Launches, «la operación continua fue esencial para preservar los suntuosos interiores y los sofisticados sistemas del yate del calor sofocante», una afirmación que ilustra a la perfección la desmesura económica y ambiental que implica ser propietario de una estructura de estas características.

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El debate sobre el impacto ambiental

El caso del Eclipse vuelve a poner sobre la mesa el debate acerca del impacto ambiental de los super yates de lujo. Mantener en funcionamiento un sistema de climatización durante más de 900 días sin actividad marítima ha supuesto la quema de toneladas de diésel, con sus consiguientes emisiones contaminantes.

Yate Eclipse (Foto por: DCwom)
Yate Eclipse (Foto por: DCwom)

Mientras en Europa se discuten políticas para reducir la huella de carbono, el mantenimiento de estas embarcaciones privadas plantea un contraste radical entre el consumo de los multimillonarios y las restricciones aplicadas al ciudadano común.

Los superyates, a menudo descritos como “ciudades flotantes”, concentran un gasto energético y de recursos que supera con creces el de muchas comunidades enteras.

Un símbolo del poder de Abramovich

Roman Abramovich, expropietario del Chelsea Football Club y uno de los oligarcas rusos más conocidos, ha sido durante décadas sinónimo de riqueza y ostentación. El Eclipse es quizás su posesión más icónica, no solo por sus características técnicas, sino también por el impacto mediático y social que genera cada vez que zarpa o permanece atracado.

En este sentido, el super yate no es únicamente un vehículo de transporte o un lugar de ocio privado: se ha convertido en un símbolo del poder económico de su dueño y, al mismo tiempo, en un ejemplo de los excesos que rodean la vida de los multimillonarios.

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