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MAESTRA ARTESANA/ANTONIA RIBAS

La pasión de la única Maestra Artesana Hilandera de Ibiza que empezó a hilar con seis años: al pie del cañón a sus 85 años

“Los niños confunden el trozo de lana con algodón de azúcar y una vez casi le tengo que sacar a uno un trozo de la boca”, relata en esta entrevista Antonia Ribas
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Antonia Ribas en el porche de su casa en Sant Jordi junto a su material y herramientas para hilar.

Antonia Ribas es la única Maestra Artesana hilandera de Ibiza y permanece en el oficio a sus 85 años de edad. La mediana de cinco hermanas, nació en Sant Jordi, y comenzó a hilar con seis años cuando vio a su hermana mayor, Catalina, empezar a hacerlo. Tras insistir a su madre, hilandera también, «entre sollozos y pataletas» consiguió, a pesar de su temprana edad, que le pusiera una madeja de lana entre las manos.

A partir de ese momento, junto a su madre y sus hermanas, hilaba por las noches en la cocina. Pero la necesidad de aquella época hizo que, según fue creciendo, tuviera que trabajar en el campo y a la hilandería sólo pudiera dedicarse como hobby en sus ratos libres para hacer calcetines o algún jersey.

También cose ropa y hace espardenyes extrayendo directamente el hilo de pitra de la planta para hacer las alpargatas a la más pura manera tradicional. «Me encanta hilar y trabajar con las manos, además antes las mujeres tenían que hacer la ropa a los hijos, así que no nos quedaba más remedio que aprender», reconoce esta mujer polifacética.

Feria Medieval

Tras toda su vida dedicada a la agricultura, en el año 1997, una amiga le propuso acompañarla al Mercado Viejo de Ibiza para hacer una exposición sobre cómo cardaba la lana y, a partir de ese momento, han sido varias las ferias artesanales de la isla a las que ha asistido para difundir la cultura ibicenca. Entre ellas, la Feria Medieval, de la que lleva formando parte durante 25 años.

Un oficio del que asegura que «se conoce muy poco» y que observa que llama mucho la atención por la cantidad de preguntas que recibe cuando hila en las ferias. Incluso, «los niños confunden el trozo de lana con algodón de azúcar y una vez casi le tengo que sacar a uno un trozo de la boca», recuerda entre risas.

Lamentablemente, reconoce, que de este oficio no se puede vivir. «Es un trabajo muy laborioso en el que se emplean muchas horas para hacer una prenda y no se cobra al precio que se debería», asegura la hilandera.

De 16 horas a una semana

Para hacer un par de calcetines, son unas 16 horas las que se necesitan y, para un jersey, alrededor de una semana trabajando entre cuatro a cinco horas diarias. Primero, hila la lana utilizando un huso para convertir las fibras en hilo grueso. Durante este proceso, se entrelaza y retuerce la lana y, en función del tiempo que pasa el hilo estirándose y retorciéndose, se le da más o menos grosor. Después, se enrolla formando los ovillos con los que se podrán comenzar a tejer las prendas.

Hoy en día, aún hila junto con su hermana Catalina. Aunque ella no tiene el carné de Maestra Artesana, sigue dedicándose también al oficio, pero son de las pocas hileras artesanales que quedan en la isla. Consciente de que el oficio y la tradición tiende a perderse a no ser que se despierte el interés de la gente joven, Antonia imparte de forma gratuita un curso en el Casal del Voluntariado, en el centro de Vila, los martes de 17 a 19 horas.

De momento, ha conseguido transmitir sus enseñanzas a su nieta que aprendió a hilar de pequeña y, ahora, a sus 26 años, es una de sus acompañantes en la Feria Medieval de Ibiza.

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