Un equipo de buceadores científicos ha instalado esta semana un registrador de temperatura en la estación de monitoreo de Xarxa Posidònia situada en Cala Gració, a seis metros de profundidad, con el objetivo de controlar de forma continua la evolución térmica del agua en una zona especialmente sensible al calentamiento del Mediterráneo.
El dispositivo, financiado por Salvem sa Badia de Portmany, permitirá obtener datos durante todo el año y descargar la información de manera periódica, mejorando así la capacidad de seguimiento del estado de la pradera de posidonia.

La decisión de colocar el termómetro en la primera estación se tomó porque a esa profundidad el agua es más vulnerable a experimentar incrementos de temperatura, un factor clave para evaluar la salud de la posidonia. Para obtener una comparativa más completa, el equipo instaló además un segundo termómetro a 15 metros, cuyos datos permitirán estudiar las diferencias térmicas entre capas de agua a lo largo del próximo año.
La colocación de estos dispositivos se aprovechó para completar también las mediciones y comprobaciones anuales que realiza Xarxa Posidònia en esta estación de seguimiento. Esta salida había sido pospuesta en varias ocasiones debido al mal tiempo y la baja visibilidad provocados por la DANA Alice y otras tormentas recientes, lo que obligó a suspender repetidamente las inmersiones previstas. En esta ocasión, y por motivos de seguridad, la expedición se realizó sin voluntarios, y solo participaron tres buceadores científicos, entre ellos la coordinadora del proyecto, la bióloga Elena Burgos.

Qué se descubrió durante la expedición
Durante la inmersión se detectaron residuos como botellas de plástico y cubiertas de coche, y se observaron varios ejemplares de nacra espinosa (Pinna rudis), además de una floración de posidonia oceanica en cada estación. Burgos calificó esta floración como un fenómeno “muy anecdótico” dada su escasa frecuencia.

Con esta intervención se dan por concluidos los trabajos de campo del año, que completan las tareas ya realizadas en septiembre en la estación de Cala Bassa, donde sí pudieron participar buceadores voluntarios. A partir de ahora, el equipo técnico se centrará en procesar los datos para elaborar el informe anual, previsto para el próximo año, que permitirá evaluar el estado de las praderas en la bahía de Portmany.
La expedición volvió a contar con el apoyo logístico de Arenal Diving, empresa contratada para el servicio de embarcación y que cedió el material de buceo necesario para llevar a cabo la operación.
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