A los pies de Es Vedrà, en la tranquila zona de Cala Carbó, Petunia se presenta como mucho más que un hotel. Su propuesta combina la estética relajada del estilo ibicenco con una sensibilidad contemporánea que respira autenticidad.
En un rincón privilegiado del suroeste de la isla, este refugio del grupo Beaumier invita a un viaje que va más allá del descanso: aquí se celebra la luz, el paisaje y la cultura local con una mirada respetuosa y cuidada.
Petunia dialoga con la historia de Ibiza, la que se tejió entre almendros, calas escondidas y la llegada de artistas, hippies y viajeros que encontraron en la isla un modo de vida distinto. Esa esencia se percibe en sus jardines mediterráneos diseñados por Juan Masedo, en los interiores y en los materiales nobles restaurados con precisión por artesanos locales como Juan Ramos.
Estética isleña con alma propia
El hotel cuenta con 17 habitaciones y 25 suites, muchas pensadas para compartir entre amigos o en familia, que combinan elegancia bohemia, muebles vintage, textiles naturales y guiños al diseño de los años 70.
Desde sus terrazas y balcones, la mirada se pierde entre el mar, las palmeras y la icónica silueta de Es Vedrà.
La arquitectura logra un equilibrio entre lo tradicional y lo actual, inspirándose en antiguas fincas ibicencas y reinterpretándolas con una estética atemporal.
Los espacios interiores están llenos de detalles singulares: piezas de vidrio soplado creadas por Gordiola, cerámica artesanal, lámparas orgánicas y composiciones florales que aportan una identidad propia.
Tres espacios, una cocina con memoria
La gastronomía tiene un papel central en la experiencia Petunia. Bajo la dirección del chef mallorquín Baltasar Rigo, el hotel propone tres espacios diferenciados que recorren los sabores del Mediterráneo con productos de temporada, muchos cultivados en su propio huerto:
— La Mesa d’Es Vedrà, con platos que reinterpretan la cocina balear desde una mirada contemporánea.
— Los Olivos, una propuesta de tapas y platos informales en su terraza con vistas, al lado de la piscina.
— La Mirada, en la azotea, donde el atardecer se fusiona con cocina cruda, cócteles de autor y sesiones de música en vivo varias veces por semana.
La cocina de Rigo se inspira en los mercados locales, los recuerdos de infancia y las estaciones del año. Desde una coca de harina de xeixa con cebolla caramelizada, sobrasada y piñones hasta un tartar de ventresca de atún, grasa de jamón Ibérico, yema de huevo y caviar o una lechona de cerdo negro “Can Company”, celeri y cogollo a la brasa, cada plato busca contar una historia.
Un descanso que fluye con la naturaleza
En Petunia, el bienestar no se impone: sucede. Frente a uno de los paisajes más evocadores de la isla, el hotel ofrece un entorno pensado para la desconexión real. Las mañanas comienzan con yoga, pilates y otras actividades gratuitas al aire libre; los masajes y tratamientos se ofrecen en cabina o en plena naturaleza, y el gimnasio permite mantenerse activo sin romper la calma.
La piscina, rodeada de vegetación autóctona y hamacas bajo las palmeras, es un oasis que invita a entregarse al ritmo lento de la isla. Todo está diseñado para favorecer un descanso profundo y una reconexión auténtica con el entorno.
Redescubrir Ibiza desde otro lugar
La experiencia Petunia se completa con actividades pensadas para conectar con la Ibiza más genuina. Desde rutas guiadas a pie hasta salidas en barco o paddleboard, pasando por calas como Cala d’Hort o visitas a pueblos con carácter como Sant Josep, cada propuesta invita a explorar con una mirada curiosa y consciente.
La música también forma parte de la experiencia. La agencia Spectre ha creado una banda sonora propia para acompañar los distintos momentos del día, desde los desayunos al aire libre hasta las noches en la terraza.
Petunia no es solo un lugar donde alojarse: es una manera de vivir Ibiza desde el respeto, la belleza y la calma. Un refugio solar frente a Es Vedrà, donde cada instante se convierte en una experiencia.
